Me pusieron de nombre Paloma sin que hubiera ningún antecedente familiar, no sé si en referencia al Espíritu Santo o a la Paloma de la Paz de Picasso.
Quizás por eso me gusta abandonarme en el Espíritu y volar.
Como buena pisciana estoy un poco volada, nos cuesta distinguir entre lo real y lo imaginario, las cosas pueden ser de una manera a la vez que de la contraria según la perspectiva desde la que se mire.
Mi ascendente escorpiano me aporta un cierto magnetismo con las personas.
Estudié Psicología y Teología y la mayoría lo aprendo como todos: viviendo.